El viernes 4 de octubre de 2024 disfrutamos de una nueva tertulia en el restaurante Bilmore, en la que debatimos y reflexionamos distendidamente sobre el poder de nuestras decisiones.
Abrimos un debate liderado por ponentes expertos que nos situaron en el contexto, tanto desde una perspeectiva filosófica como desde la neurociencia.
Agradecemos por ello la colaboración prestada al Doctor Jesús Romero Imbroda, Jefe de Servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud de Málaga y presidente de la Sociedad Andaluza de Neurología (SAN) y a D. Miguel Ángel Padilla Moreno, Profesor de Filosofía Comparada en la Escuela Internacional de Filosofía Nueva Acrópolis y Vicepresidente del Club UNESCO de Málaga, Educación, Cultura y Paz.
Fueron muchas cuestiones las que se pusieron sobre la mesa, después de atender las exposiciones de nuestros ponentes.
Estuvimos de acuerdo en afirmar que todo lo que somos es el resultado de una suma de decisiones, estamos hechos de decisiones, somos lo que decidimos. Pero nos cuestionábamos si realmente somos plenamente libres a la hora de tomar esas decisiones o estamos algo determinados, es decir, ¿existe el Libre Albedrío?. Cuestión tan amplia y compleja que generó un debate muy enriquecedor, aunque difícil de concluir en una verdad absoluta, pues, si bien se determinaba que ese libre albedrio se tiene en la medida que tenemos capacidad de elegir en cualquiera de las circunstancias y condiciones que nos ponga la vida, también se afirmó que hay muchos factores externos y no buscados que nos condicionan en esa decisión. Entonces, si tenemos esos condicionamientos, ¿tenemos plena libertad para decidir?, si yo no quiero lo que me ha tocado vivir en la vida, qué libertad me queda en la toma de mis decisiones. Surgió así la necesidad de distinguir los dos conceptos, “libertad” y “libre albedrío”. Si el libre albedrío es la capacidad que tenemos para tomar una decisión, la libertad refiere al clima en el que ese libre albedrio puede o no materializarse. Mientras que la libertad es una capacidad de actuar, el libre albedrío es una capacidad de decidir. Y en esa capacidad de decidir influyen varios factores, como el grado de consciencia que tenemos, que tiene que ir más allá de la mera superficialidad, pues ello nos impediría conocer y saber a dónde nos llevaría cada decisión que tomamos. Pero también influyen en nuestra toma de decisiones aquellas cadenas internas que nos ciegan para el buen discernir, como pueda ser el miedo o la ignorancia, haciendo que podamos tomar ciertas decisiones desde la oscuridad.
Sin duda, el entorno también tiene una gran influencia en nuestra toma de decisiones. La autarquía es un engaño, pues nadie se basta por sí mismo en la absoluta individualidad. Hay en nosotros la posibilidad de elegir, aunque no de manera absoluta ya que, justo esto, nos da nuestra propia identidad y, a la vez, nos diferencia.
Desde un punto de vista científico, se apuntó que muchas de nuestras decisiones son automáticas (las que tomamos casi todo el tiempo) y otras más reflexivas (en las que hay que pensar y que utilizamos menos tiempo porque son más lentas y requieren más energía) pero, en cualquier caso, hay ciertas emociones que nos ayudan a protegernos como seres humanos en este discernimiento que acompaña al proceso de toma de decisiones. Así, como tales emociones, se señalaron el olvido, que nos hace priorizar lo útil y desechar lo traumático o lo poco relevante; el dolor, que necesitamos sentirlo para protegernos de los factores externos que nos puedan dañar (como una mano que pongamos en el fuego, sin sentir dolor, no podríamos protegerla de ser quemada) o la ansiedad, que es un aviso de nuestro subconsciente, para que sigamos por otro camino.
Toda toma de decisión requiere atención, memoria de tus experiencias y consciencia.
También se habló de nuestro destino, ¿existe el destino?, y si es así, ¿somos nosotros los que marcamos nuestro destino?. Se concluyó que si bien el destino nos va poniendo circunstancias externas en el camino, somos nosotros los que vamos eligiendo. Hay muchas situaciones que nos vienen sin ser elgidas, pero somos nosotros los que podemos decidir cómo reaccionar ante ellas.
Igualmente, se hizo hincapié en la importancia que en la toma de decisiones tiene el carácter de la persona, carácter influenciado por las creencias, las experiencias y el entorno en que se ha educado y desarrollado esa persona, interaccionando la emoción y la razón en nuestro sistema operativo.
En cualquier caso, se recalcó que realmente existe tal plasticidad en nuestro cerebro que desempeña un papel fundamental en nuestra capacidad para aprender de nuestras decisiones pasadas y mejorar en la toma de decisiones en el futuro. Y es así porque nuestro cerebro utiliza patrones y conductas aprendidas, y conocerlas podría ayudarnos a modificarlas y mejorar nuestros procesos de toma de decisiones. ,Por tanto, es una gran aliada para operar el cambio y para adaptarnos de manera continua a esos cambios, .evolucionando y progresando en nuestra toma de decisiones.
No faltó el análisis jurídico del libre albedrío, en lo que se afirmó que si negáramos este libre albedrío estaríamos negando el estado de derecho
Y, aprovechando la presencia del Dr. Jesús Romero Imbroda, se le consultó sobre qué pautas serian recomendables para cuidar nuestro cerebro, a lo que apuntó: hábitos saludables para evitar accidentes cardiovasculares y propiciar una buna reserva cognitiva; el buen descanso, el ejercicio físico (especialmente anaerobico, de fuerza), evitar el aislaminto social así como golpes en la cabeza y participar en actividades de desarrollo cognitivo, como son las propias tertulias que celebramos en Club Coloquium.
Por último,uno de nuestros tertulianos nos aconsejó ver en el canal Movistar Plus un documental muy interesante, "Tu Cerebro". ¡Te animamos a verlo!.
¡Qué bonito ésto de aprender de los demas y enriquecernos entre todos!
¡Hasta la próxima!